Solvente debut en la ciencia ficción
Por Alejandro Lingenti
| Para LA NACION
Topos (Argentina /2011). Dirección y guión: Emiliano
Romero. Fotografía: Martín Frías. Edición: Valeria Racciopi y
Emiliano Romero. Sonido: Matías Hidalgo y Natalia Toussaint. Música: Germán
Suane. Elenco: Lautaro Delgado, Leonor Manso, Gabriel Goity, Mauricio
Dayub, María Figueras, Pompeyo Audivert, Ludovico Di Santo, Osqui Guzmán,
Dalila Romero. Duración: 100 minutos. Calificación: Apta para
mayores de 16 años
Nuestra opinión: Buena
No es habitual que los directores argentinos incursionen en el género
fantástico. Topos , película de Emiliano Romero premiada en un par de
festivales internacionales (San Pablo, Nueva York), aparece como un film por
destacar en el marco de una tradición hasta hoy modesta y ciertamente
titubeante. La película de Emiliano Romero prueba que es posible animarse a
adentrarse en ese terreno poco explorado sin necesidad de contar con un
presupuesto exorbitante y, más interesante aún, le otorga a la actuación un rol
preponderante sin descuidar el trabajo de puesta en escena. Es común que la
puesta y los efectos especiales tengan en películas de este tipo un papel
excluyente y que se condene a los actores a funcionar como meros instrumentos
que giran en torno a esas ideas, que sean simplemente funcionales.Nuestra opinión: Buena
No es el caso de esta historia barroca, grotesca y oscura, en la que un grupo de personajes marginales (los topos del título) vive de las sobras de la sociedad de la superficie, donde las cosas tampoco funcionan de un modo de todo armónico. El protagonista de la historia es un joven retraído que decide salir de esa vida subterránea e integrarse a la que espía desde hace años, marcada por las vicisitudes de una exótica escuela de danza regenteada por dos extravagantes personajes interpretados por el Puma Goity y Leonor Manso, que parecen escapados de una película de Jorge Polaco. Allí, ese joven, hijo del líder de la resistencia de esos marginales que sufren los sinsabores de cualquier proletariado, encuentra una compañera que se asocia en su módica aventura y va sufriendo una transformación simultánea, mental y corporal. Lautaro Delgado resuelve el desafío que supone este inusual papel con notable solvencia. Trabaja esa metamorfosis con el cuerpo y la gestualidad hasta volverla completamente creíble. Es en ese trabajo, apoyado por el de actores de reconocida solidez provenientes del ámbito del teatro -Pompeyo Audivert, como un inquietante preceptor, María Figueras, en el rol de una intensa ninfómana, Mauricio Dayub, en la piel del tenaz padre del protagonista, Osqui Guzmán, encarnando a un alumno aventajado que es desplazado por el recién llegado- donde Topos encuentra la base de apoyo para el desarrollo de una historia que más de una vez se deja tentar por la simple alegoría, pero también avanza con un ritmo narrativo firme, decidido y logra provocar angustia con su humor negro, cargado de sordidez..
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